En mi casa te espero,
en el enrejado de mi ventana veré pasar al tiempo.
Una vez al día te gritaré, a veces con aspavientos, otras
con sonrisas.
Escribiré versos a nadie, dibujaré y luego desharé las líneas
trazadas,
dejaré las paredes exactamente igual a como están ahora,
para que los días me recuerden que existes,
y no me venga la maldita memoria con trucos a confundirme.
En mi casa te espero,
fondeado entre la marea de mi escritorio,
imaginando mil formas de cómo huir a la orilla de ningún
lugar,
para salir a donde habitas y curar el silencio de tu alma
herida,
y regresar a donde nacimos, en ese beso que nunca nos
dimos.
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