Resumiendo

Debo reconocer que nunca coleccioné cromos,
en mis juegos, yo era el único actor principal,
y la soledad terminó por dejar de ser un factor sorpresa en mis días.
Debo declarar que tardé más de lo previsto en hablar, mi voz llegó tarde.
Debo afirmar que nunca fui buen estudiante,
el aburrimiento de aquellas clases me enseñaron a hacer trampas al tiempo,
y a pintar en las esquinas de aquellos libros, que todo lo que me enseñaron lo olvidé.

Debo decir que crecí con la resignación entre las narices,
y a base de autoridades aprendí que el miedo era algo más con lo que vivir.
Debo confesar que las niñas me salían corriendo por las esquinas,
y nunca tuve las llaves para poder abrir puertas.

Debo apuntar que una vez soñé con ir a Nueva york
y hacer escala en París,llevar un sombrero al estilo Charles chaplin
y bailar bajo la lluvia,mientras sonaba una dulce melodía tocada al piano por Pierre Bachelet.
Debo decir que una noche dormí en un banco acompañado con la luna,
que yo fui de esos que se pasaron una tarde llorando
porque no me volvería a llamar nunca más,
y que los golpes que más me dolieron no fueron con los puños.

Debo reconocer que he vivido más despedidas que bienvenidas
y que sufrí las incomprensiones de mi tiempo
porque enmarcaba los pasos a destiempo llegando siempre tarde
y quedándome fuera de lugar,
que nunca tuve una guía para marcar los errores
y en las canciones depositaba mis afanes de conquistar los amores
que fui perdiendo por… y que va a pensar.
Debo señalar que una vez llene mis paredes de pósters de colores
y aun así no me cambió la cara de trasnochado que mantengo,
debo revelar que fui ladrón de faldas y creador de besos fantasmas,
que escribía versos de amor impregnados de desamor
y que aún guardo las cartas que una vez me escribió mi primer amor
para acordarme que una vez fui capaz de amar.
Debo explicar que la última vez que dejé de querer no derrame ninguna lágrima
y al golpear mi pecho de rabia me brotó un suspiro en forma de hojalata.

Debo decir que probé los placeres de la vida sin disfrutar el momento,
siempre agotando el último soplo para empezar de nuevo algo diferente.
Debo asentar que más de una vez engañé y algo más defraudé a quien me quiso
y en la indiferencia me vencieron los nervios como otras tantas cosas que nunca superé,
debo reconocer que me inventaba habilidades que no tenía
y cuentos que nunca llegué a vivir para tan sólo poder sorprender a quien no me quería.

Debo escribir que gracias a un amigo aprendí lo que es luchar por querer vivir
y que un verso puede resumir una vida; “y hay un piano que toca partituras con la muerte”.(desde tu corazón dañado brota en el mío tu libertad).
Debo revelar que fui adicto de una numerosa lista de errores
y que descubrí el pecado detrás de una puerta entreabierta al infierno
perdido en un tiempo en donde los segundos se convertían en minutos.

Debo declarar que perdí el rumbo en un invierno lluvioso
por un beso resentido que nunca entendió mis intenciones,
que soñé con una canción de Serrat tocada al piano
y al lado a Penélope escribiéndome un poema para mí.
Debo decir que recibí mi primer fracaso cuando el olvido fue inminente
y deje de escribir porque ya no tenía nada que decir.

Debo confesar que me debo a todo lo que he vivido
y en resumen, confieso que, a falta de que la memoria me diga lo contrario,
con el peso de mi vida, no cambiaría ni un solo día de mis días que viví,
porque presiento que me sobran los motivos para pensar que no todo salió tan mal.