Punto y seguido. (Con el sol en los talones)


Creímos que éramos el único salvavidas,
crecimos sin ley ni perdón
y después de mil despedidas,
peleándonos por las calles,
gritando a los demonios de nuestros pasados,
aprendimos que nadie es irreemplazable.
Así nos enseño la vida lo que realmente es importante.
(uno mismo).