Desojando los días



Aún tengo libros por quemar,
versos por invitar a mi casa
y reconozco que mi spelling
radia la línea de la estupidez,
pero nunca me hizo falta leer para soñar.
Aún tengo amores que conocer,
y que me dejen alargar la ternura en el escalón,
del último peldaño de mis intenciones.
Aún tengo que visitar a media noche labios anónimos,
y saborear la duda bajo la luna acristalada,
al lado de un rio dibujado por el cuento de nunca jamás.
Aún tengo que afinar cuerdas vocales con café a medias
aflorar secretos y que me canten al oído.
Aún pienso en aquella tarde que resumió mi vida
y sacudió el corazón libre de un poeta dormido.
Aún tengo que saber a dónde llevar
las mil cartas que amontono en el olvido.
Aún tengo que saber cuál es el final de “confieso que he vivido”,
y saber porque la narrativa me pesa cada día más.
Aún me queda saber que sería besarte,
descifrar si soy puente o puerta
y que le ocurre al amor conmigo.
Perseguir, destruir y borrar la mala suerte, las pesadillas
y el silencio de mi almohada.

Aún quedan días para seguir. Lo demás vendrá con la lluvia.