Mañana.



No es lo que dejé atrás;
aquello que nunca volvió
nunca fue mío.
La herida nace en lo que ahora
se me escapa de entre mis manos,
porque si realmente no existes,
¡¿qué haces aquí?!,
a cada instante al lado de mis lágrimas.





Excesos de un poeta.



Tu no lo sabes,
pero me estas constando horas de sueño,
optimismos de última hora,
batallar con las dudas
y decirle al vacio que no volveré.

Puede que tú no lo sepas
pero mi mayor temor
es que nunca lo creas,
recorrer las calles en el silencio de mi voz,
gritarle a la pared que yo no he sido,
ahogarme con mis propias pesadillas,
y decirle a la noche cosas que no siento.

Tu no lo sabes
pero lucho contra el tiempo,
y aún no sé cuándo será la última vez.
En el fondo de mi almohada duermen
las veces que estuve casi a punto,
y aquí sigo buscando un jamás
que no encuentra su historia,
y un para siempre con final feliz.

Puede que tú no lo sepas,
pero he escrito sobre el calvario de un candelabro,
con el ojo del huracán del valle de los caídos,
acechándome las sombras en la caverna de mis sentidos.
También he medido los pasos que marcaron los fracasos,
aquellos que ya no cuento y los otros que aún recuerdo,
y he viajado a donde no se llega a ningún sitio,
he aullado, me he llenado de fuego, he mentido,
y también he querido olvidar.

Tu no lo sabes,
pero voy dibujando tus labios
con el arcoíris del espejo de mi calle,
desde la esquina añil del aguacero de los poetas,
en el reflejo del anteojo de un guiño burlón.
Y escribo al lado de tiempo,
en la nube de una ventana calada,
con sombrero de arlequín y una rosa entre los dientes,
porque mis manos quieren decirlo,
desde el día que conocí tus sendas,
que en mis latidos vive tu nombre.

Puede que tú no lo sepas,
pero mis ojos ya lo están diciendo,
en mi frente está lo que guardo,
en mis mejillas lo que esconden mis venas,
y esto puede estallar en cualquier momento,
por eso prefiero decirte la verdad,
y decirte… que te quiero.

La mirada que sueña.




Yo no sé si esto que digo es lo acertado,
pero cada vez que escribo
siento la vida más cerca de mí,
y en tus ojos más amor,
aunque esto que escribo
carezca de sentido para ti.
Pero mi corazón eleva el peso de mi cuerpo,
viajo por encima de tu piel,
rozo el suelo de los locos
y al llegar la luz en mi ventana,
queda en el silencio de mis sueños
la verdad de mis pecados.
Yo no sé si esto que digo es lo acertado,
pero en mi pecho iras conmigo.

La sangre me lo dice,
y el cielo ya llora por nosotros.