Exiliado. Poema 53

Aclare la voz demasiado tarde,
porque desconocía el daño de tus labios.
Arropado en las orillas de tus recuerdos,
crecí con el abismo de la duda
y aunque el tiempo nos acompaño,
no fue lo mismo para los dos.
Deduzco que no es lo mismo querer que amar.

Formas de vivir.

Era de alguna forma un motivo para soñar, también eran otros tiempos, otros momentos que se vivían con otros ojos. La sencillez era más bien la culminación de nuestros actos.
A veces echo de menos todo aquello y aunque parezca mentira no puedo contárselo a nadie por dos motivos, el primero es porque nadie lo entendería y el segundo es porque nadie le interesa.

¡Alguien entendería lo insufrible que puede llegar a ser, el sonido del viento golpeando las ventanas de un tren!, ¡alguien comprendería lo vulnerable que puede llegar a ser una puerta cerrada!, o entender lo que significa pasear con la Cibeles y el amor, e imaginar que así será para siempre.
A quien le va interesar escuchar historias que no pueden imaginar, historias ya pasadas sin remite ni dueño porque la memoria ya nos hizo viejos para ser exactos.
A quien le va interesar si una vez ame o temí, si una vez fui feliz o desgraciado, si una vez roce el cielo con mis manos, o caí al abismo del infierno.
Las personas han aprendido ciegamente a solo interesarles el presente, y vivir con lo justo y necesario para seguir en el camino. No voy a negar que sea práctico y que a la larga pueda dar buenos resultados, pero yo no elegí la materia de la que estoy hecho.

Ahora, después de que los años me hayan enseñado tan poco y que el tiempo haya corrido a espaldas mías, he terminado por ser la paleta borrosa de lo que una vez pinte, el marco estropeado de mis cuadros que ya olvide.
Sin embargo, mantengo la afición de escribir (por llamarlo de alguna forma). En las palabras he encontrado una cura momentánea para mantenerme en los días, una forma ágil para imaginar y crear, para sentir y recordarme que no soy lo que intento ser ahora. Y como decía el dicho, aunque mi fachada sea de lo más convincente, en el fondo no he dejado de ser otra cosa que lo que la vida me ha rebatado.

La esencia es inamovible. La ilusión aun más fuerte que la negación y querer vivir al gusto de las pretensiones de uno mismo es la lucha por la que respiramos y seguimos.
Por desgracia yo ya deje de luchar, aun así sigo soñando.