Antes de olvidar (La vida de los árboles)

Te vi amando a otro,
te vi y te odie por todo lo que me juraste,
porque te sentía tan dentro del alma mía
que nunca quise creer en un final.

Ni te imaginas en que se ha convertido el mundo ahora,
desde aquí todo es cruel y caótico,
sin embargo los años me han enseñado a ser
algo más que la sombra de tus caprichos.

Perder es solo un mero gesto más de la rutina,
aunque la felicidad de mis días cubre mis heridas.
El silencio predomina en todo lo que hago,
pero mi corazón fluye por abrazos que me reconfortan
y me dan el aire que necesito para seguir soñando.

Pero debo confesarte también,
que aún mantengo tu ausencia.
No quiero preocuparte amor,
ya sé que tú olvidaste pero...
necesito saber cómo lo hiciste, ¡cómo pudiste!.

Te juro que me gustaría saberlo
porque esta condena de ti ya me empieza a pesar demasiado en mi,
y me niego a pensar que todo fue un engaño,
asi que, dime ¡¿como volver a sentir?!
¡¿Cómo tener la ilusión de la espera de un beso?!
¡¿Cómo sienta no estar sólo, saber que alguien te piensa?!
Amor, cuéntame que es sentir el amor sin mí.

Para quien quiera. Poema 68 (La vida de los árboles)

- Reflexiones - La vida de los árboles.

La melancolía es tan sincera como la memoria, nunca sabes cuándo te va a engañar, que parte inventamos o engrandecemos y que es lo que dejamos atrás.
Sinceramente, no deberíamos de fiarnos de nosotros mismos, no deberíamos de alimentar con hambre caducada nuestros presentes, porque al recordar regresaríamos con la tristeza, ignorando que ser feliz es inherente al ser humano.

-------------------------------------------------------------------------------------------------

Poema 68. Para quien quiera. (La vida de los árboles)

Nadie me dijo que no solo sería un simple recuerdo,
qué estos versos vienen del odio convertidos en herida abierta,
y ahora contemplo desde el soplo de un aire menguado,
que ya no tengo tiempo para recuperar lo perdido.
¡cómo hacer de esta siembra fruto fértil para mi corazón!.
Será que el camino olvido en algún momento ser camino.

¡Nadie volvió!, todo empezó a desaparecer de mis ojos,
y en el fondo de mi alma alguien preguntó...
¿quién aclama a la memoria?,
¡quién va a impedir que se aniquile a esta primavera,
que ya llora en mis manos!
¡a dónde debo de escapar para ahuyentar a esta nada!,
que marchita estos poemas indefensos ante el destino.

Nadie contempló el insufrible afán de los días,
el hambre de las rimas volátiles de mis ventanas,
el amor que posaba dulcemente en el borde de mis labios.
Y ahora... ¡cómo parar esta vieja batalla de calles y balcones!,
si ya se marchó con las sombras de mis diarios.

A quien le digo ahora, que yo también quiero.