El Ojo Vago II. Lo digo como lo siento

Casualmente tengo la gracia de poder escribirte,
no pretendo ni pienses que he ido afilando los rencores
o que no tengo otra cosa que pensar en ti.
Nada más lejos mi imaginación viajando a lo desconocido,
ya sabes como me las gasto.

Casualmente soy frágil a las tempestades
y otra lluvia me llevaría a engangrenarme de nuevo,
por eso, lo digo como lo siento y lo siento al escribirte,
que la cobardía nunca fue tan sincera conmigo,
que las noches las mantengo en ligeras picadas con el ron
y las cuerdas las voy afinando a golpe de maquillaje burlesco,
para reírme cuando me vengas las tristezas

Casualmente nunca hubo música de fondo,
ni carátulas de preaviso a las picaduras mortales,
nadie nos condujo a 100 por hora pero la quinta siempre nos gusto
y esa última copa antes de cerrar siempre nos maldijo.

Casualmente no he vuelto a despertarme enredado en carmines,
ni en aromas ajenos ni en perdidas de tiempo en pasatiempos baratos
y el ayer, no será recordado en pincelas lastimeras devoradas en rincones,
las repeticiones pactaran sabiamente con la cordura que aun guardo
y no me queda más remedio que decir lo que siento
aunque previamente presentiré que no lo entenderás

Casualmente estos versos van dedicados a ti,
te lo digo por que creo que aun no lo has sentido
y es que en parte llego a entenderte,
la vanidad no deja mucho tiempo para pensar
y al igual que predigo esto también maduro,
que nunca llegaras a leer estas palabras,
por eso solo espero que tu nítida inteligencia no se vuelva contra ti
y te deje ciega a esperas en la antesala de las vísperas de un sueño,
de ese sueño que nunca te llego.

Intentándolo

Y después de voltear mi cabeza,
mezclar mil sabores y enloquecer a la memoria,
de inmortalizar mil versiones de mi pasado,
de escarchar el tiempo anclándolo en penas,
de combatir al descubierto con mis visiones,
de poner artículos y etiquetar los errores,
de repasar y marear los recuerdos,
de hacer de mí un espantapájaros
que ni consiguió espantar las tristezas,
de ser todo y a la vez caer en la nada,
de ser artista y no sentir que lo era,
de vagabundear entre charcos añiles
y de desfigurar el amor.

Después del tiempo que retorcí,
de aquel que malgaste en mis noches heladas,
de aquel que maldije y abandone al viento,
de las negaciones que asumí
y las verdades que me abrieron infiernos,
después de lo hecho y lo desecho,
de lo que fui y soy
puedo decir, tomando de mi querido Neruda las palabras:
Confieso que he vivido.