... - La vida de los árboles -

Inagotablemente queriendo,
adherido a ti sin medida,
apasionada en cada gesto,
a veces loca, a veces aun más.
Indestructible como el coraje
con la fuerza de mil deseos,
infinitamente creciendo,
imparable y dulce a la vez
conquistando el mundo.

Eres todo lo que soy,
lo que solo yo puedo ver
y nadie entiende.
Me haces único,
inagotable, apasionado, indestructible
e infinitamente vivo.

Eres el origen y el final,
eres el cómo y el porqué
la esencia de lo que soy,
la luz de lo que llevo por dentro,
de lo que guardo,
el canal de mi voz callada.
Eres la mitad de mi vida.

y punto.

Uno debe y a veces no se puede,
otras se puede y sin embargo no se debe,
pero... si no sé quiere ¡déjalo!,
porque ni se podrá ni se deberá.

Alcanzarte (Paredes- 2003. Desde Madrid)

Yo no sé si debo o puedo,
si puedo no lo dudaría,
si no debo no puedo,
pero tal vez realmente no pueda,
pero...si no puedo ¡no significa que no deba!.

Y si ahora me planteo que da igual si debo o no debo,
estaría fuera de mí, de estas cosas que me rodean,
de la rabia que me ata a cada instante de lo que siento.

Pero si el principio no soy yo y solo tú,
qué más da si puedo o debo,
para que seguir preguntándome.
Insalvablemente el hecho no sería suficiente,
irremediablemente te escaparías de mis manos.

Entonces mi debo y puedo caerían terriblemente
en la ignorancia de tu banalidad,
nada sería lo que yo quisiera que fuera,
y a la sazón de esta violenta forma de ser,
me preguntaría por ti,
e indudablemente presentiría
que sería el único que lo hiciera,
tal vez, porque solo yo soy el que quiere.

Y así es este triste final de mis intentos,
mis ansias terminan en esta tinta
para el recuerdo que desfilará sin pena ni gloria.
Aun así, si no viene de mí este quebranto,
aunque el aire me niegue poseer a la luna,
mi puedo y mi debo te los prestaría, indisputablemente,
por un instante de tu latido en mí.

Recuerdo (La vida de los árboles)

No sabría decirte cuando fue,
ni si quiera si la despedida, ¡aquella despedida!
fue como lo sentimos.

Puede que nos adelantáramos a nuestro propio destino,
puede que el miedo a ser nos dejara con las ganas de saber.
Y te recuerdo como ayer, en estos días de invierno,
con tu sonrisa, con tu forma de hacer, con tu cariño.

Recuerdo las mañanas, el café templado humeante como a ti te gustaba,
tu pelo enredado en mi cara, los cajones llenos de tantos recuerdos,
la mesita siempre con tus pulseras y una goma negra,
que en cuanto podía te la escondía para hacerte rabiar.

Recuerdo los domingos, tan sencillos y tan mágicos,
las sesiones de amistad que nos ofrecíamos en mitad de cualquier noche,
cualquier hora era perfecta.

Recuerdo tu ropa, tu aroma, la forma como colocabas las cosas,
recuerdo que me encantaba estar allí y no saber de ningún otro sitio,
desaparecer y no importarme porque.

Y aun así no sabría decirte si puede que algo se nos escapara,
puede que no nos diéramos cuenta de lo que habíamos hecho,
de lo que estábamos haciendo o de los que hubiéramos podido ser.

Creo que nunca llegaré a entender el porqué.
Ahora sé que ningún verso nos hará regresar a quellos días.
Tal vez estemos obligados a vivir con el recuerdo,
o tal vez ya deberíamos de ser felices por haberlo vivido.