Yo tenía una habitación helada
con sombras a mi espalda
y la locura jugando con mi sien.
Yo tenía un verso que olvido ser poema,
una estrella que fue devorada por el sol
y un miedo increíble al despertarme.
Yo tenía una historia sin final,
un calendario arrugado,
un corazón fragmentado en mil pedazos,
y un cajón vacio por tu ropa.
Yo tenía días buenos y días malos,
tenía lagrimas en cada esquina de mi casa,
y un suspiro por las noches para aliviar el dolor.
Yo tenía todo el amor del mundo,
pero a nadie para regalárselo.
Yo tenía la idea, el afan, la conquista de ser conquistado,
de que por un momento mis palabras fueran escuchandas,
y que las mañanas no me asustaran.
Yo tenía una cama deshabilitada,
cuatro paredes atormentadas
y un sueño aun por cumplir,
una caja añil de terciopelo,
un secreto y un escondite para las pesadillas.
Yo tenía una sonrisa inocente,
el sabor del primer beso,
la primera vez que ame sin medida.
Yo tenía un trapecio anclado a mis manos,
tinta seca en mis oídos
y un florero horroroso para buscar las alegrías.
Son las cosas de la vida, lo que nos ocurre,
lo que deseamos que pase,
y las vidas que pasan sin saber si volverán.
Está fue mi vida, mi historia, el resumen de mis pecados.
Sé que nunca leerás este poema
y puede que esa sea la rabia que me condena,
porque nunca sabrás el daño que me hiciste.
Por ti me quede mudo y apagado,
por ti vendí las horas de mi alma.
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