Reparando heridas

De esta misma belleza se enamora el sol,
cuando contempla la luz de tus ojos.
¡La luna!, siente envidia porque ahora sabe,
que no es la única que puede iluminarme.
Estas ventanas donde viajó tantas veces la lluvia,
ahora se llenan de la claridad de mis pensamientos,
y no fue por casualidad que yo empezará a escribirte,
una fuerza que aun desconozco me arrimó a los sueños,
que ya guardaba en el desván de los imposibles,
y aun con la mirada apagada, desaliñado y perdido,
esa misma belleza me hizo salir, arrancar, brotar desde el silencio mío,
estos versos caminantes que ya desean cogerte de la mano.
Fue de repente, sin precisar gesto ni momento
cuando yo me enamore de ti.

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