Sin hielo.


Sandalias de claqué en el ropero,
cuatro estrellas, una cama donde soñar,
la castellana arrasando los minutos,
prisas, burbujas entre sonrisas,
y cena para dos con mantel de puntilla,
flores para el centro, margaritas deshojándose
al son del piano de Yann Tiesen,
un libro de Neruda para después,
y el vino disipando la duda.

Espera que acerco yo la silla,
y cuéntame al oído,
como es eso de estar enamorada.

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