Una de otoño.



Sobremesas infectadas de insultos,
vaciles añiles sin remedio,
un cumpleaños sin velas que apagar,
miradas perdidas en las cortinas del salón,
un beso fugaz que soñó hace años en ser libre,
y lo más difícil será pasar página
recordando las miserias que nos hicieron llegar,
a donde estamos ahora.
Hemos aprendido que dejamos de ser los mejores,
las arrugas delatan que las balas ya están oxidadas,
y entre mis manos solo una idea, escapar.
Ya he gritado como tantos pero sigo afónico,
la suerte nos abandonó antes de empezar,
las cartas hablaron, pero nadie nos aviso por dónde ir,
y lo más difícil será asumir que las mentiras nos salvaron,
descubrir que los versos jamás han sido suficiente,
y que mi afán no era el tuyo, y lo tuyo nunca estuvo de mi lado.

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