Ya lo saben mis oídos.
Ya lo sienten mis labios
que eres la maestra de mi piel,
porque no hay más días
sin minutos a tu lado.
Ya corren por la calle mis lágrimas,
y las golondrinas vuelven del otoño
con el frío en el pico,
y yo, pico está luz para regalarte
mi trocito de miel,
para llenarte las mañanas
con la sed que remueve mis sueños
en las noches que no andan tus manos,
en mi pecho.
Ya lo saben mis oídos.
Ya no volverá el olmo a su sombra
ni el ciprés a la almohada,
porque aquí te tengo en mi lengua
y en mis letras.
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