De cuando viajaba.


Viaje, destino a ninguna parte,
por una canción desesperada,
escrita bajo una alas abandonadas,
para hacer oda al olvido con versos de suspiro,
en voz tibia y tenue,
anclado en balcones ajenos, con una vela de guía
y un ramillete de intenciones, con el fin de saborear,
el beso sin remedio de la poesía, que poso en el poeta.

Viaje, destino a ninguna parte,
franqueando las fronteras del delirio, de la bandera extranjera,
acompañado de un otoño ambulante de lenguas viperinas,
con frentes marchitas de cuellos de cisne,
en el dorado de mis años de cuando fui feliz,
bajo el cielo de una ciudad,
cuyo nombre no quiero recordar.

Viaje, destino a ninguna parte,
con el alma recorriendo las calles,
aquellas que nos vieron nacer,
donde tantas veces le robamos a la luna su filosofía.
Y ahora en el curso de este olvido pienso,
que no es cuestión de detener el tiempo,
ni que escapar fuera la solución.
Seguirán pasando las cosas aunque no estés,
y puede que eso, sea lo más insufrible de todo esto.

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