Al final. (La vida de los árboles)

Andaba yo perseguido por la luna,
y me miraste con el desatino de vencerme con la mirada,
sin saber que yo soy de aquellos,
que quisieron olvidar en la orilla de una guerra
que ya presumía de derrota,
pero nunca encontré el remedio para mis heridas,
y aunque gasté mil conjuros en alejarte
nada fue más real que un beso tuyo.
El beso que nunca me darás, el que siempre imaginaré.

Andaba yo malhumorado en el día,
cuando me viniste a mi casa para anunciarme que eras feliz,
y con la misma forma de un ruiseñor malherido
arrastre mis lágrimas por dentro sin querer,
quise esconder el amor dentro de mis pupilas
para no hacer de este entierro una fiesta anunciada.

Andaba yo clavado en lo alto de tus miras,
en un época donde todo era perfecto,
cuando yo era el centro de tus pensamientos,
y las palabras volaban sin necesidad de escritorio.
Parecía que el mundo me sonreía
y era tan cierto como lo que yo veía,
pero sin darme cuenta que tú tan solo querías a otros,
y con el suspiro en el pecho me vestí por los zapatos,
me hice hombre por necesidad y niño por clemencia,
arranque de mi calendario los días que soñé a tu lado,
y con el daño ya grabado quise darme cuenta
que tu problema no era si podías o debías,
sencillamente es, amor, que no me quieres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario