Tras de ti. (La vida de los árboles)

El día.

Derrámame la última mirada
en la copa que hoy busco para olvidarte,
quiéreme algo más cuando te marches
y olvídame pronto sin remedios ni grado.

Acostumbrate a no saber de mí,
ni entender porque elegí el silencio para amarte.
Desliza lentamente mi voz en el recuerdo
para que no pueda imaginarte ni en la lejanía.

Olvida que yo estoy hecho de la materia
donde se sueña con la luna.
Recoge mi puedo y mi debo
y regálaselos a quien tú quieras,
mi quiero me lo llevo conmigo.

Y aunque no llegaste a comprender
lo que mis palabras ocultaban,
no hagas diario de mis días,
porque ya sé que te sobrarán páginas en blanco.

No grabes mi fragilidad en tus ojos
y guarda mis aromas donde yo no los pueda ver.
Pero antes de terminarme, ciégame con un beso tuyo,
porque mi corazón aun no sabe,
que nunca me quisiste.

La tarde.

No es el estupor ni la locura lo que me lleva a la deriva,
es tu silencio que ya me anuncia tu lejanía,
y ahora al escribirte ya sé que no eres mía,
pero no quiero que el mundo me lo recuerde,
no quiero pasar la vida marcado en tus altares,
caer para luego volver a donde todo empezó,
donde todo comenzó antes de que llegaras con tu vida,
para hacerla mía y la mía hacerla de nadie.
No es la idea de no tenerte la que cae en estas heridas,
es saber definitivamente, que nunca quisiste encontrarme.

La Noche.

Quedo aquí callado mirándote,
como si la vida me devolviera en algún momento
de este lamento la primavera,
y yo con lo poco que mantengo
hago trinchera ante la tormenta que vendrá.
Ahora siento la soledad que me anunciaban tus ojos,
mi silencio y yo nunca nos hemos llevado bien
pero desde aquí ya no hay más que contarte.
El tiempo ya se encargará que te olvides de mí.

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