Excesos de un poeta.

Podría escribirte un poema,
tal vez mil o pasarme la vida escribiéndote,
pero nunca los leerías como lo hago yo.
Asique niega si quieres que me quieres,
¡niégalo todo!,
y si se te antoja, ódiame también,
pero no me quites la última palabra.
Yo sí he decidido saber que te quiero.

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