Me hubiera gustado
gustarte para siempre.
Ser el último de la fila,
convertirme en la calada
que calara tu almohada.
Ser el café y compartir contigo
el grito del espejo de las mañanas.
Me hubiera gustado ser tu locura,
adueñarme de tus pies,
ser maestro de tus labios
y el alumno rezagado
sobreviviendo los domingos a tu lado.
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