Detras de mí.

Me tenían por el santurrón arrollado en las faldas,
el torpe ensimismado en las líneas de la frontera,
arrojado por los mil soles de un chaman resfriado.
Aplaque con versos las melodías ociosas de algunos locos,
y aunque nunca use la almohada como descanso,
si encontré la forma de imaginar lo que ellos nunca sabrían.

Me fugue de un sueño por amor en una mañana de tormenta,
y frente a la lista de los fracasos reinvente una sonrisa.
Crecí con las prisas, abrumado por lo que sentía,
arrollado por las cosas bellas que bese,
y sin embargo, volvería a cometer los mismos errores.

Me faltaron las ideas a veces
y alguna vez las ganas convertidas en hechos.
Derroche demasiadas lágrimas para nadie
y noches infames que quedaron perdidas,
en algún lugar de mis calendarios.

Me sellaron en una primavera circense
con una balanza desafinada,
para cuando me vinieran las dudas.
Me jugué en las calles la inocencia
con una baraja sin comodín,
y en el fondo de un vaso
deje anclada una bala de plata,
patrullada por un unicornio burlón.

Me regalaron un sombrero sin suerte,
un vicio sin oficio y una cama coja para soñar,
con un alma gemela que no quiso saber,
una cuchara de espejo para verlas venir,
y un amigo que nunca quiso aprender de mí.

Me adueñe de un ruiseñor de alas de hada,
de un diario interminable sin prisas
para atrincherar las desdichas de mis pasos.
Me libre de los jolgorios acalorados malintencionados,
de los tontos por doquier que no sabían
que la vida era algo más que sus ombligos.

Me salte las comas para atrapar los puntos,
me lleve en el recuerdo una novia independentista,
un cajón de hojalata impenetrable
para guardar las letras de un tiempo mejor,
y una guerra aun por ganar.

Me di por perdido sin saber que aun,
ni si quiera había empezado.

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