Entendiéndome (La vida de los árboles)

Nunca me acostumbré a aceptar que la vida tiene que seguir,
por unos motivos que no pretendo ni entiendo.
No llego a comprender porque para algunas personas,
la libertad se basa en la cantidad y no en la calidad.

No dejo de sorprenderme que esconder, a veces,
resulte no ser engañado, tan solo que no se dijo todo,
y no comprendo por qué avanzar es a veces sustituir.
Me aterra la gente que se niega a no querer saber antes de seguir.

No acierto por qué a veces irse es para volver,
y volver es para empezar. Nunca lo hacemos, tan solo lo pensamos.
No entiendo por qué a veces uno no se empeña en cerrar los ojos.
El corazón no precisa de la vista para poder ver lo que a uno,
no le gusta sentir.

Nunca he comprendido que haya vergüenza en dar un beso,
y no para desnudarse. El pudor se vende barato.
Pensamos que así disfrutamos de nuestro cuerpo.
Nos hacemos daño sin querer queriendo.

No alcanzo por qué la gente piensa que gritar
es signo de llevar la razón, ni que en esta vida
solo se aprende a base de golpes.

No entiendo ese afán de no querer estar solo,
de querer estar al lado de alguien porque así,
uno se siente más seguro, ¿seguro de qué?.
No saben el daño que hacen con su inseguridad.

No hallo por qué crecer significa tener prisa,
día que se marcha, día que no vuelve.
Dejamos de contemplar lo que podemos llegar a ser,
para terminar siendo lo que los demás quieren que seamos.

Nunca he comprendido el machismo ni el feminismo,
siempre me he preguntado qué les ocurrió aquellos,
para terminar viendo al sexo opuesto como un objeto.
Sin darse cuenta se pierden ¡tantos sabores!,
pero el odio es así, una forma inerte de sentir a ciegas.

Nunca llegaré a aceptar,
en ninguno de sus géneros ni de sus formas el maltrato.
Me apiado de ellos porque viven con el infierno,
errantes entre la cordura y la locura.

Creo que nunca entenderé ciertas cosas,
pero me basta con entenderme, eso ya es un principio,
y en los principios todo puedo empezar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario